Cambian
los colores y con ellos el tiempo. Nos recuerdan un eterno tempus fugit, esa mutabilidad de la naturaleza que a nosotros nos
pasa tan desapercibida. No tenemos esos minutos para pararnos a pensar que todo
lo que tenemos hoy, mañana quizá no está, que esas preocupaciones que hoy no nos
dejan respirar, la próxima semana o en las próximas horas nos serán
insignificantes.
Para, solo unos segundos, observa y esboza esa sonrisa que
provocan los atardeceres y el paso a una nueva luna.
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Ansiaba leeros...